Hay mucha gente que experimenta ciertas reacciones ante determinado alimento. Por eso en esta nota quiero compartirles algunas de esas reacciones, para que puedan entender mejor a su cuerpo y tomar acción.
El sistema inmune es un ecosistema de vigilancia y barrera para proteger nuestro cuerpo de invasores que lo pueden dañar. El intestino es la puerta de entrada a la mayoría de estos invasores; por eso el 70% de las células inmunes del cuerpo están localizadas en el intestino.
La enfermedad celíaca es un trastorno digestivo y autoinmune en el cual el cuerpo desencadena una respuesta inmune, atacando y dañando al intestino delgado. Esta enfermedad, diagnosticada generalmente por análisis de sangre, se desencadena al ingerir alimentos que contienen gluten.
El gluten es una proteína que se encuentra en el trigo, centeno y cebada. Es como un pegamento que mantiene las cosas juntas. Los intestinos tienen vellosidades donde se absorben los nutrientes y si en algunas áreas las vellosidades están dañadas, no se pueden absorber los nutrientes, por eso las personas celíacas tienen déficit nutricional y tienen que evitar el gluten en su dieta.
Ahora bien, la sensibilidad al gluten es diferente. Las personas pueden experimentar síntomas similares a la enfermedad celíaca pero lo que sucede en el cuerpo es diferente. En el caso de los celíacos el cuerpo desarrolla anticuerpos para el gluten, esto no sucede en la sensibilidad al gluten, ni hay daño intestinal. No es una enfermedad autoinmune. A veces es difícil detectarlo en un análisis de sangre, así que la forma de saberlo es cómo te sientes después de comer alimentos que contienen gluten.


Los síntomas de sensibilidad al gluten pueden ser: inflamación, gases, diarrea y dolor de cabeza. Por otro lado, la alergia al trigo se presenta cuando, al consumirlo, el cuerpo lo considera algo extraño; no se ataca a sí mismo, pero el sistema inmunológico ataca al alérgeno y frente a ese ataque el cuerpo reacciona con picor y congestión nasal.
Por ello es tan importante ver cómo te sientes después de ingerir ciertos alimentos. Nuestro cuerpo siempre está tratando de decirnos algo, así estemos escuchando o no.
En la medicina funcional tienen un precepto llamado la “regla de las tachuelas”: si estás sentado sobre tachuelas, la solución no es tomar aspirinas para el dolor, la solución es encontrar las tachuelas y quitarlas. No te auto mediques o corras a ver al médico. Primero trata de interpretar lo que tu cuerpo te está diciendo y luego actúa en consecuencia. Tal vez modificando ciertos hábitos veas una gran mejoría, y otras veces tendrás que consultar al médico y pedir que te hagan un análisis de sangre para que tus síntomas mejoren.
En lo personal, con los años me he dado cuenta que hay ciertos alimentos que me producen inflamación, aunque aparentemente sean súper saludables. Por esta razón he tratado de hacer cambios en mi estilo de vida.
Cada uno es diferente, no existe la dieta correcta para todo el mundo. Hay muchas dietas dando vuelta por ahí, pero todas tienen un común denominador, comer más frutas, vegetales y comida real, sin tantos preservantes, conservantes y aditivos.
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Liliana Gebel– Entrenadora en Salud y Nutrición de IIN