Lunes 24 de Noviembre, 2025

Creo que muchos de nosotros hemos tenido que atravesar momentos difíciles en la vida, momentos en los que era imperativo perdonar a quienes nos ofendieron. El perdón es obediencia, no es un sentimiento. Muchas veces hemos escuchado: “Perdona por tu bien, para que esa falta de perdón no se convierta en resentimiento y te quedes atrapado en ese momento de tu historia”. Y sabemos que es verdad.

Pero ¿qué sucede cuando pasan los años, hemos perdonado, hemos cuidado nuestro corazón… y aun así no podemos olvidar? ¿Qué pasa cuando, cada vez que recordamos lo ocurrido, el dolor vuelve a nosotros como si lo sucedido hubiese sido ayer?

Cuando enfrentamos una herida profunda y, con la ayuda de Dios, logramos superarla, estamos tomando una decisión valiente: la decisión de perdonar, incluso mientras duele. Sin embargo, algunas heridas no se sanan de una sola vez. Allí es donde me gusta usar la analogía de una cebolla: la cebolla tiene varias capas y cada una, al quitarla, puede hacernos llorar. De la misma manera, hay dolores que se procesan por etapas. A veces el perdón ocurre en un instante, pero otras veces es un proceso. En esos casos, ya no estamos lidiando con la falta de perdón, sino con el impacto emocional, psicológico y espiritual de lo que vivimos.

Y está bien. Tomemos el tiempo necesario para sanar; no todo debe ponerse en la misma bolsa.

  • El primer paso es perdonar.
  • El segundo, más largo y delicado, es perdonar el impacto de lo sucedido.
  • Luego comienza el proceso de sanidad, lo que ese momento produjo dentro de nosotros.

Dios no te apura. Dios no te presiona. Dios te acompaña en cada capa. Permítete llorar, detenerte, avanzar y retroceder si hace falta. El hecho de que aún duela no significa que no hayas perdonado; significa que eres humano, que estás sanando, que estás siendo restaurado desde adentro hacia afuera. Y la buena noticia es esta: Dios está en cada capa contigo.

“Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas.”
Salmo 147:3

Oración
Señor, perdono el daño que tal persona me hizo; te estoy obedeciendo a ti al hacerlo. Pero ahora perdono el impacto que estoy sufriendo y aquello que el dolor aún no me permite perdonar. Ayúdame a tener paciencia en este proceso, porque sé que, aunque me lleve tiempo, tú conoces mi dolor y estoy en camino de sanidad. Gracias, Señor, por recordármelo. Confío en ti. Amén.

Compartir

Liliana Gebel

Liliana Gebel es una reconocida influencer, líder y autora.

Es Asesor en Salud y Nutrición y tiene un Diplomado Plant Based Chef, que la ha ayudado a llevar una vida más saludable. Es también Coach de Vida y ha aplicado...

Leer más