Lunes 21 de Octubre, 2024

Hoy en día, se ha descubierto exactamente dónde se “guardan” las emociones, sobre todo las más básicas, incluyendo nuestro instinto de supervivencia. De acuerdo con la ciencia, es en la amígdala del cerebro, una diminuta área en forma de almendra, que es parte del sistema límbico, donde se ubica una especie de botón de emergencia, con un “ejército” encargado de defendernos emocionalmente de aquellos sentimientos que nos hacen mal. Esa parte intenta mantenernos limpios de emociones como la ira, el miedo, la tristeza, los celos, la codicia y una que arrasa con nosotros: la culpa.

No hay manera de separar nuestras áreas de acción. Prueba de esto es que basta que se desate una emoción tan poderosa como el miedo para que nuestra mente empiece a funcionar con pensamientos aterradores que incrementan el pánico y la ansiedad. La emoción empieza a subir y nuestro cuerpo reacciona… nuestras manos pueden comenzar a sudar, se nos dilatan las pupilas, se contraen nuestros músculos y nuestro corazón palpita tan rápido como puede.

Se sabe que la amígdala es la que se encarga también de hacer que no olvidemos por completo aquellas situaciones que, en el pasado, en nuestra infancia, por ejemplo, nos han hecho sufrir o nos han generado traumas. Aunque nuestra mente sea una maravilla que bloquea ciertos recuerdos para permitirnos seguir adelante, en esta parte la memoria los sigue conservando, de manera que, si en algún momento siente que estamos ante el peligro de volver a experimentar algo similar, apenas ve las señales, nos trae de regreso esos recuerdos, en un intento de evitarnos otro dolor o peligro. Digamos que “nos pone sobre aviso” ante el riesgo.

Aprender a controlar esas emociones negativas o básicas nos ayuda a mantener un corazón emocionalmente saludable y un cuerpo, en general, en mejores condiciones, porque evita toda la cadena de reacciones “de defensa” ante el peligro. No podemos olvidar todas las situaciones que nos han hecho sufrir o pasar malos ratos, porque son parte de nuestra evolución personal y son las que nos permiten adaptarnos a las situaciones de manera equilibrada. Pero sí podemos y debemos superarlas, para que el miedo, la ira o la desesperación no sean las que controlen nuestra vida. Cuando esto ocurre, quiere decir que estamos desajustados en esa área y difícilmente podemos encontrar las vías y respuestas adecuadas para salir adelante.

Permitamos que Dios entre a esos lugares tan profundos de nuestro interior y nos ayude a equilibrarnos, y así sanar nuestras emociones. Para que podamos ser verdaderamente libre, como dice Juan 8:31,32 “Si se mantienen fieles a mis palabras, serán realmente mis discípulos y conocerán la verdad y la verdad los hará libre”

Oración
Señor, ayúdame en estos momentos difíciles, quiero cuidar mi corazón, pero muchas veces siento que mis emociones están fuera de control. Ayúdame a permitir que tu palabra me guie enseñe el camino correcto, para poder ser verdaderamente libre de toda ansiedad y de emociones desequilibradas.

Confío en ti, plenamente, háblame esta semana de una forma clara, para poder tener paz y esa libertad en ti. en tu nombre, amén.

Tomado del libro “Busca tu propio ángel

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Liliana Gebel

Liliana Gebel es una reconocida influencer, líder y autora.

Es Asesor en Salud y Nutrición y tiene un Diplomado Plant Based Chef, que la ha ayudado a llevar una vida más saludable. Es también Coach de Vida y ha aplicado...

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