Lunes 30 de Septiembre, 2024
En un estudio, el científico y catedrático de Neurología en la Universidad de Harvard, el doctor Pascual-Leone, dividió a ciertos individuos en dos grupos. Puso a un grupo a aprender una pieza simple frente a un piano, mientras él hacía observaciones detalladas de su actividad cerebral. Al segundo grupo, le dio la misma pieza para aprender, pero solo les pidió que imaginaran que la tocaban, es decir, no la ejecutaban físicamente. Luego del experimento y de acuerdo con sus observaciones, se pudo comprobar que los resultados habían sido muy similares: se produjeron cambios en los cerebros de ambos grupos.
De este estudio se pueden extraer varias conclusiones. En este caso, me gustaría ofrecer mi perspectiva espiritual. Solemos ver nuestra vida y lo que nos sucede de acuerdo con nuestras creencias. Estas son como unos lentes que nos ponemos, y miramos todo a través de ellos. Si tendemos a ser negativos, adivina cómo miraremos todo lo que nos sucede. Tenemos que tener cuidado con lo que imaginamos o pensamos, porque a través de la imaginación ya estamos modificando nuestro cerebro.
Esto me lleva a pensar en lo que dice la Biblia en Romanos 12:2: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios: buena, agradable y perfecta”. Me encanta leer la versión de la Biblia El Mensaje, que dice: “No se adapten tanto a su cultura al nivel que encajen en ella sin ni siquiera pensarlo. En vez de eso, fijen su atención en Dios y cambiarán desde su interior hacia afuera. Reconozcan sin problemas lo que Él quiere de ustedes y respondan de inmediato a ello. A diferencia de la cultura que los rodea, que siempre los arrastra a su nivel de inmadurez, Dios saca lo mejor de ustedes y los hace desarrollar una madurez bien formada”. Maravilloso, ¿verdad?
Pablo nos dice que tenemos que renovar nuestra mente, cambiando nuestra manera de pensar para así cambiar nuestra manera de vivir y ser transformados. La “transformación” viene del griego metamorphoústhe, de donde proviene la palabra “metamorfosis”, y es un proceso de cambio continuo. Aunque estemos en este mundo, no vivamos de acuerdo con sus parámetros, sino que llevemos un estilo de vida cristiano.
Nuestra mente nos lleva a preocuparnos por cosas que tal vez nunca sucedan. Solemos imaginar escenarios, charlas o situaciones que quizás jamás ocurran, pero tu cerebro se está modificando, y para él, sí están sucediendo. Renovar nuestra mente, implica un proceso continuo: aprender nuevas formas de hacer las cosas y desaprender otras que solo nos traen frustración o nos alejan de Su voluntad. Cuando permitimos que el Espíritu de Dios renueve nuestra mente, entenderemos Su voluntad para nuestras vidas y comprobaremos que es buena, agradable y perfecta.
Entonces, los primeros pasos hacia nuestra libertad mental y emocional son:
- No vivamos conforme a los criterios de este tiempo.
- Renovemos a diario nuestra mente.
- Demos lugar a pensamientos que hagan crecer nuestra fe.
- Creamos que Dios está obrando en esa situación.
- Así tomaremos mejores decisiones.
Oración
Gracias porque tus misericordias se renuevan cada día y me das la oportunidad de renovar mi mente a diario. Me enseñas a ser guiado por tu Espíritu Santo y no por mi carne, para escoger lo mejor, lo más beneficioso, no solo para mi vida, sino también para las personas más cercanas a mí: mi familia, mis amistades, mi prójimo. Gracias porque tu amor es tan grande y nunca se agota. Puedo ir a ti diariamente y renovarme, no solo espiritualmente, sino también mental y físicamente, renovando mis fuerzas. En tu precioso nombre, amén.