Lunes 19 de Agosto, 2024
Hoy en día, tenemos acceso a un millar de prédicas en línea, en todo el mundo. Sin embargo, y lamentablemente, algunos de esos sermones suelen ser apenas un “mini curso de autoayuda” sobre cómo convertirnos en una mejor persona. Cuando el evangelio que escuchamos solo nos dice lo que debemos hacer y no anuncia lo que Cristo ha hecho, en el fondo, no se trata de las buenas nuevas del evangelio de salvación.
Tristemente, en nuestras iglesias hay una decadencia en lo que respecta a la búsqueda de la santidad; se cree que, como Jesús murió en la cruz por nuestros pecados y eso es por gracia, a nosotros, como cristianos, no nos queda ninguna responsabilidad, solo “dejarnos llevar”, ya que nosotros, por nuestros propios medios, nunca podremos ser santos.
En esto hay algo de verdad: no podemos ser santos por nuestra propia fuerza. Pero de acuerdo con la Biblia, la santidad debería estar en lo alto de nuestra lista espiritual. Necesitamos, en nuestras iglesias, más cristianos deseosos de decir lo que decía Pablo: “Así que tengan cuidado en su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios” (Efesios 5:15, NVI).
Dios nos salvó para que pudiéramos ser santos, como dice Efesios 1:4. “Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que vivamos en santidad y sin mancha delante de él. En amor”. Él nos dio el don de la fe a través de su Espíritu Santo en nuestras vidas para ayudarnos a ser santos. La santidad es necesaria para la redención, como dice Hebreos 12:14: “Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá a Dios”.
La Biblia no puede ser más clara con este tema. Somos santos en Cristo, porque fuimos apartados. Somos santos, no de manera perfecta, sino de forma verdadera, en una forma que genuinamente agrade a Dios. Cuando pecamos, nuestra unión con Cristo no se encuentra en peligro, pero sí la comunión. Como cristianos, deberíamos poder disfrutar las bendiciones y el favor de Dios en nuestras vidas, y vale la aclaración, no es lo mismo que tener salud, riqueza y prosperidad. Muchas son las veces que solemos confundir esto; podemos pasar por enfermedades y aún disfrutar del favor de Dios en nuestras vidas.
Pablo desafió a los corintios cuando les dijo: “Examínense para ver si están en la fe; pruébense a sí mismos” (2 Corintios 13:5). Al igual que el salmista lo dijo en Salmo 26:2: “Examíname, Señor, ¡ponme a prueba, purifica mi corazón y mi mente!” Todos los días deberíamos llevar nuestros pecados y nuestros malos pensamientos delante del Señor para ser limpios de todo, pero no caminar por la vida con la sensación de que somos perdedores espirituales.
Como Pablo, nuestra confianza está en Cristo, no en lo santo que podamos ser. No con nuestra propia fuerza, sino con la fuerza que Dios da: “El que presta algún servicio, hágalo con la fortaleza que Dios le proporciona. Así Dios será en todo alabado por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén” (1 Pedro 4:11).
Recordemos que nada nos puede separar del amor de Dios, como dice Romanos 8:38-39: “Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor”. Tengamos fe cuando leamos su Palabra, y así nos ayudará a creer la verdad en vez de las mentiras del enemigo.
Para terminar, recordemos que el Espíritu Santo nos ayuda en la búsqueda de la santidad, la fe nos lleva a la obediencia y a querer parecernos a Jesús, pero aún ponemos en funcionamiento el esfuerzo.
¿Cuál es nuestra parte?
- Debemos hacer morir las obras de la carne (Romanos 8:13).
- Renovar nuestra mente y vestirnos de la nueva naturaleza (Efesios 4:23-24).
- Hacer morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal (Colosenses 3:5).
- Pelear la buena batalla (1 Timoteo 6:12).
- Luchar para entrar por la puerta angosta (Lucas 13:24).
- Correr la carrera y disciplinar nuestros cuerpos (1 Corintios 9:24-29).
- Esforzarnos en todo (2 Pedro 1:5-11).
“Nadie puede lograr ningún grado de santidad sin que Dios obre en su vida, pero, con certeza, nadie la obtendrá sin esfuerzo de su parte. Dios ha hecho posible que caminemos en santidad. Pero nos ha dado la responsabilidad de transitar el camino”.
— Jerry Bridges
PD: Busca cada versículo y léelo en varias versiones, para tener una mejor comprensión de lo leído en este devocional.