Lunes 10 de Junio, 2024

Recuerdo cierta vez en la secundaria, cuando toda la escuela, tuvo un tiempo de recreación en un predio muy lindo. Cada clase participaba en diferentes competencias según su destreza.
Yo estaba anotada con mi grupo de gimnasia para hacer una coreografía que veníamos practicando durante varias semanas. A la gente le gustó y nos aplaudieron mucho. Además, había que anotarse en otra competencia y yo decidí hacerlo en la carrera de 100 metros. El resultado fue que quedé en tercer lugar, pero considerando que éramos solo tres quienes corríamos, mi desempeño no fue el mejor. Para esta última competencia, no había entrenado nada, comenzó a dolerme el costado de mi abdomen y mis piernas temblaban. ¡No me gustó aquella experiencia!

Pablo, en Filipenses, nos muestra que la vida cristiana es como una carrera, en la cual tenemos que seguir avanzando hasta llegar a la meta, que será algún día cuando lleguemos a su presencia. Él no se enfocó en que estaba encarcelado, pasando frío, que lo trataban mal o que lo habían acusado injustamente; Pablo se concentró en la meta suprema, con sus ojos puestos en llegar a la meta. Durante nuestro tiempo en la tierra, tenemos que seguir en la carrera, a pesar de nuestra carne, nuestros sentimientos, las circunstancias, las pérdidas, la enfermedad, sin detenernos y seguir adelante.

Quisiera decirte que la carrera será fácil, pero no es así. Situaciones inesperadas se cruzarán en nuestro camino, pero tenemos que seguir adelante. Si queremos cruzar algún día la meta, tenemos que enfocarnos más en Jesús; esto nos ayudará a mantener la resistencia cuando nos sintamos desfallecer. Llevar una vida de oración y lectura de la Biblia, son como agua en el desierto, nos ayudarán a mantenernos hidratados. No podemos correr en nuestras propias fuerzas; el Señor nos dio el Espíritu Santo para darnos consuelo y fuerzas, para vencer los obstáculos, derrotar el temor y darnos el valor para hacer las cosas que Dios nos ha llamado a hacer. Tal vez sigues avanzando, corriendo hacia la meta, pero te sientes perdido, sin rumbo. Quizás, adrede, pensaste seguir tu propio camino, considerando que era el mejor y ahora no sabes ni cómo llegaste hasta allí. Es hora de volver al punto en que te perdiste. Pide perdón y dile al Señor que estás dispuesto a seguir tu carrera. No te enfoques en los imprevistos que surjan en el camino, no pierdas de vista los ojos de Jesús.

¿Sientes que te has detenido en alguna área de tu vida? ¿No tienes más aliento para seguir avanzando, tal vez el dolor, la pérdida, la decepción te han dejado a un costado del camino? Entiendo, querido hermano, a veces el dolor es tan grande que tus ojos se nublan y pierdes de vista a Jesús, sus promesas, su amor. Es momento de levantar tu mirada y fijar nuevamente tus ojos en Jesús, y darte cuenta de que vale la pena seguir avanzando. En Él encontraremos fortaleza y valentía para seguir hasta la meta. Si seguimos avanzando, notaremos que nuestra fe crece y nos fortalecemos espiritualmente. Nos daremos cuenta de que, al seguir avanzando, hemos generado en nosotros perseverancia, que es lo que necesitamos para seguir nuestra carrera (Hebreos 10:36).

La perseverancia se construye soportando las dificultades y adversidades. No se construye cuando las cosas nos resultan fáciles o no tenemos problemas, sino cuando nos enfrentamos a las cosas que podrían sacarnos de la carrera. Así crecemos.

No soy una corredora profesional, pero he corrido varias veces, en esas ocasiones, con un entrenamiento de resistencia previo. Y pude comprobar lo que dicen los corredores, sobre el segundo aliento. Cuando sientes que ya no tienes más fuerzas, que parece que estás a punto de rendirte, una fuerza se renueva dentro de ti. No te sientas mal cuando tengas ganas de abandonar todo; es ahí donde tienes que seguir corriendo, porque el segundo aliento, el del Espíritu Santo, te dará las fuerzas para continuar.

“No es que ya lo haya conseguido todo o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús”.
Filipenses 3:12-14 (NVI)

Oración
Señor, dame la fortaleza para seguir adelante en esta carrera que me conduce a la vida eterna. Perdóname por las veces que te perdí de vista y quise abandonar. Ayúdame a ver cada circunstancia en mi vida como una oportunidad para que mi fe y perseverancia se entrenen y pueda avanzar atravesando ese segundo aliento. Que tu Espíritu Santo me dé la energía y la visión clara que necesito en este momento para seguir avanzando en mi carrera. En tu nombre, amén.

Compartir

Liliana Gebel

Liliana Gebel es una reconocida influencer, líder y autora.

Es Asesor en Salud y Nutrición y tiene un Diplomado Plant Based Chef, que la ha ayudado a llevar una vida más saludable. Es también Coach de Vida y ha aplicado...

Leer más