Lunes 13 de Mayo, 2024
Hace unos años escribí un libro sobre cómo cuidar cuerpo, mente, alma y espíritu, basado en el versículo de Marcos 12: 30, donde dice que el principal mandamiento es:
“y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza”.
A raíz de esto, comencé a estudiar e investigar sobre el tema, porque no solo quería darle una perspectiva bíblica, que eran los cimientos de mi libro, sino también una mirada desde la salud mental, física y emocional. Todo influye a la hora de amar a Dios con todo lo que somos.
Uno de los principales problemas con el que me topé, fue el agobio en el que vivimos actualmente. Comienza con una leve cuota de estrés, que muchas veces no nos damos cuenta, para luego llevarnos al punto del agobio absoluto.
Cuando le pregunto a alguien si se siente estresado, suele decirme que no, o que no se siente de esa manera. El estrés, a veces es indetectable, pero está ahí latente y silencioso, al asecho de nuestra paz interior.
La realidad es que cuando nos estresamos, comenzamos a sentirnos agobiados y por consecuencia nos impide darle importancia a lo que realmente es importante para poder tener una mejor calidad de vida, no solo a nivel físico, sino también emocional y espiritual.
Lo que muchos no nos damos cuenta, es que sentirse agobiado es indicativo de una vida desequilibrada, algo en nuestro interior necesita atención.
A mí, me gusta graficar este punto pensando en el tablero de un auto cuando se enciende una luz roja. Puedes hacer dos cosas: poner un trozo de cinta adhesiva negra sobre la luz, así no tienes que verla o, por el contrario, tomar atención y llevar el auto al mecánico. Tal vez esa luz roja, solo sea que el auto necesita combustible.
Solemos pensar que somos seres racionales, todo el tiempo, pero la realidad es que muchos de nuestros comportamientos o decisiones, son automáticos, como, por ejemplo, manejar un auto, peinarse, lavarse los dientes, etc.
Pero cuando surge un problema, es necesario salir del modo automático y comenzar a prestar atención a lo que nos está pasando.
Si estamos agobiados, es hora de parar, analizar, preguntarle al Señor, por qué hemos llegado a este punto, qué necesitamos cambiar, mejorar o aprender.
La vez pasada, leyendo un artículo, encontré algo muy interesante: la regla 80/20, que es un principio para administrar el tiempo. Esta dice que el 80% de los resultados que obtenemos, provienen del esfuerzo que ponemos en el 20 % de las cosas que realmente son importantes.
La mayoría de las veces, nos agobiamos porque nos enfocamos en el 80 % de las tareas y esto nos trae pocos resultados. La idea es enfocarnos en el 20 %, ya que hará una gran diferencia.
Ese 20%, es el que va a mantener el 80% restante.
Tal vez el agobio que sientes, es porque le estás dedicando la mayor parte a tu trabajo y has descuidado tu familia, la iglesia o tu relación con Dios.
En el artículo, también recomendaba hacer una lista con todo lo que hacemos en una semana: trabajar, ejercicios, limpieza de la casa, oración, lectura, estudios, redes sociales, mensajes de textos, email, todo lo que haces.
Luego comienza a pensar lo que puedes empezar a eliminar de tu lista, lo que sientas que te está robando tiempo, y no te suma. Una buena pregunta para hacerte es, ¿esto, me está ayudando a cumplir mí propósito en la vida? ¿me siento agobiado cada vez que tengo que hacerlo?
Sí, por ejemplo, escribes 10 cosas que haces, entonces deja 2 cosas que serán muy importantes y en las que te enfocarás. Las otras 8, serán las que deberás modificar, delegar o eliminar.
Esto es a modo de ejemplo, seguramente tu lista será mucho más larga.
Esto nos va a ayudar a enfocarnos en lo importante, en ese 20 %, que mantendrá nuestro 80 %.
De a poco aprenderemos a decir no, a delegar, a enfocar nuestra energía en lo que realmente es importante.
Oración
Señor, a veces tenemos nuestras manos llenas de tantas cosas que queremos abarcar, pero nos damos cuenta que al final del día estamos agotados, frustrados, estresados, y la mayoría de las veces, no pudiendo cumplir el propósito por el cual vinimos a esta tierra.
Ayúdanos a darnos cuenta que no se trata de hacer muchas cosas, y llegar a la cama, arrastrándonos, ni en la mañana no poder salir de la cama, del agobio que sentimos.
Se trata de poner prioridades, recordar nuestro llamado, enfocarnos en ti, que eres nuestro refugio, nuestro descanso, nuestra paz. En tu poderoso nombre, amén.