Lunes 16 de octubre, 2023
“Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.”
2 Corintios 3:18
Constantemente vemos en las redes sociales a motivadores y personas que aconsejan que debemos ser empoderados y victoriosos, que no debemos permitirnos vivir en aflicción o preocupación. Pero, en mi caminar por este mundo, me he dado cuenta de que es durante la aflicción cuando descubrimos que necesitamos la sabiduría de Dios, que no podemos solos y que repetir frases positivamente correctas no nos sacará de la tristeza o las circunstancias adversas.
Todos pasamos por dolores, pérdidas o abandonos de alguna u otra forma. Pero hay un común denominador cuando estamos atravesando momentos difíciles: “sale a luz lo que hay dentro nuestro”. Muchas veces, el dolor es tan intenso porque hay cosas no resueltas dentro nuestro, como rencores, ansiedades y falta de perdón.
Las pruebas de la vida sacan lo peor de nosotros, pero Dios saca lo mejor, si es que nos dejamos moldear por él. Es recién ahí cuando el Fruto del Espíritu comienza a aparecer.
Cuando actuamos bajo nuestra propia perspectiva, nos sentimos solos, nos obsesionamos por saber cuándo se resolverá la situación y nos distraemos y deprimimos.
En momentos así, cuando vamos a orar, el dolor y la pérdida gritan tan fuerte que hace que la fe enmudezca. En esa situación, es difícil sentir la fortaleza de Dios porque la tristeza y confusión han invadido nuestra vida y nos sentimos atrapados en nuestras emociones.
Aunque sé lo que significa fe, que es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1), emocionalmente siempre me pareció que tener fe era como lanzarme al vacío, con los ojos vendados, en medio de la oscuridad, hacia un pozo sin fondo.
Pero la realidad es que no creer, es decir, no tener fe, es dar un salto en la oscuridad. Necesitamos buscar la presencia de Dios cuando estamos pasando momentos difíciles. Cuando sabemos que Él está con nosotros, todo cambia.
Cuando he tenido que enfrentar situaciones difíciles en mi vida, es en la Biblia en donde he encontrado verdadero aliento, pero particularmente los Salmos han levantado mi alma cansada y angustiada. Leer 2 o 3 capítulos por día me daba la fuerza para no dejarme llevar por mis pensamientos erráticos, tratando de buscar una pronta solución.
Los salmos hacen que ponga mi fe en práctica, pueda acallar las voces internas y subir el volumen a la voz de Dios. Ellos me recuerdan Sus promesas y encuentro fortaleza en Él.
Algo que me ha ayudado mucho mientras leo los Salmos es elegir una frase que me ha impactado de cada capítulo y lo anoto en un cuaderno. Al final tendrás un compilado de promesas y palabras de aliento que podrás decirlas en voz alta a modo de oración. Te aseguro que los salmos te llevarán a ese lugar de descanso para tu alma cansada.
Ejemplo:
Salmo 1: “El Señor cuida el camino de los justos”
Salmo 2: “Dichosos los que en él buscan refugio”
Salmo 3: “Pero tú, Señor, eres el escudo que me protege”
Salmo 4: “Dame alivio cuando esté angustiado, apiádate de mí y escucha mi oración”
Cuando termines tendrás 150 frases para orar cuando no tengas fuerzas para hacerlo. Recuerda, las pruebas y situaciones de la vida no vienen para destruirnos, más bien, vienen para que salga de nuestro oscuro corazón lo que no saldría en momentos de bendición.
Bendice este proceso, no ores para que Dios te saque de la prueba, ora para aprender lo que tienes que aprender y que Dios pueda sanar ese dolor que guardaste en lo profundo de tu corazón, pensando que si lo ignorabas iba a desaparecer.
Dios está allí para enseñarte en medio de la tormenta. No te empoderes, no digas frases positivas, atraviesa el dolor con humildad. Porque cuando termine la tormenta, serás una nueva persona, llena del Espíritu Santo.
Oración
Señor, impacta mi vida de tal manera que ninguna cosa pueda opacar tu gloria en mí. No hay plenitud en nada de este mundo, todo se encuentra en ti. Si te tengo a ti, no necesito nada más; tú deberías ser suficiente para mí. Ayúdame a no buscar mi seguridad en otra persona, cosas o situación. Quiero ser transformado de gloria en gloria, conforme a tu imagen. Señor, que cada día sea menos YO y más como Tú. Amén.